sábado, 10 de diciembre de 2011

"I can be your superman", capítulo 9

Capítulo anterior: 

Instantes después un golpe fuerte y preciso, golpeó la cara del chico que me tenía prisionera. Pude ver el reflejo de mi ángel, el chico que me había salvado. Mi súper héroe, mi súper man.


Capítulo 9: 

Me sentía feliz y contenta, por qué era él el que estaba allí defendiéndome, él estaba allí para mi, pero mi felicidad no duró mucho, el chico no iba a dejar que nadie se interpusiera en su camino, se levantó de un salto y le propinó un puñetazo a mi héroe en la cara. Él cayo de espaldas al suelo provocando un sonido sordo, lo único que pude hacer fue soltar un chillido. Estaba herido y por mi culpa... ¿a quién quería engañar? lo seguía queriendo, muy en el fondo de mi corazón. Por suerte mi grito hizo que bastante gente se amontonara a nuestro alrededor provocando que el chico que me acosaba quedara fuera de la fiesta. Ya estaba mucho más tranquila ahora. Me acerqué a mi súper man que estaba resintiéndose del golpe en el suelo. Lo cogí de las manos y me lo llevé fuera, antes de que nadie me quitara su atención. 
  • Ven, vivo en la casa que está junto a esta, allí te podré curar esa herida...
  • Recuerdo donde vives, no ha pasado tanto tiempo...
Sentir su mano sobre la mía provocó que un montón de recuerdos inundaran mi mente. Pero no debía despistarme, el necesitaba mi ayuda después de salvarme de esa pesadilla. Sonreía con una sonrisa leve, tenia el labio manchado de sangre y la frente sudorosa, el pelo castaño claro muy alborotado y unos ojos brillantes. Una ráfaga de aire fresco me hizo darme cuenta de lo tarde que era ya. Los efectos del alcohol se me habían pasado de inmediato debido a la adrenalina que ahora pasaba por mis venas. Abrí la puerta de mi casa, sin que el me soltara la mano. Lo necesitaba cerca mío. Por suerte mis padres no estaban en la ciudad esa noche y teníamos toda la casa para nosotros. Fuimos a la cocina, él conocía bien donde estaba cada cosa. Saqué el botiquín y con un algodón mojado en agua oxigenada, muy cuidadosamente le limpié la herida que brotaba del extremo de sus labios, rojos y perfectamente besables... 
  • ¡Auuu! duele ¿sabes?
  • No haberte metido en donde no te llamaban...
  • Perdón, pero recordé lo que me dijiste, lo de las promesas... una de ellas era que te cuidaría y que no dejaría que te pasara nada malo y nada te hiciera sufrir... no quería romper esa también...
  • La rompiste hace mucho tiempo.
  • ¿Qué?
  • Tu has sido siempre la fuente de mis sufrimientos.
Había sido dura, y lo sabía, pero odiaba estar en silencio, y esconder lo mal que lo había pasado. Estaba enamorada, y lo quería con toda mi alma, por eso cuando me dejó, se llevo una parte de mi. Mi verdadero yo. Ahora solo quedaba una chica rebelde, que no creía en el amor. Y era por su culpa. Se merecía esas palabras y otras de más duras.
  • Yo... lo siento... de verdad... 
  • Shhht, lo he ido superando, poco a poco, pero ahora ya estoy mejor.
No quería darle pena en estos momentos, debía mostrarle que el no era el centro del universo. No había pasado página, había empezado un nuevo libro y no quería destruir todo el trabajo de todo un año. Posé mi dedo en su labio para que se callara y seguí curándolo pero en silencio. No aguantó mucho rato y lo acabó rompiendo.
  • ¿Como te va todo?
  • ¿No lo ves? voy tirando... 
  • Me alegro.
  • A tu por lo visto todo te va de perlas...
  • Que va, perdí a algo muy importante en mi vida.
  • Será por que te lo merecías.
Me callé, ese comentario de que había perdido algo importante me dejo de piedra... ¿y si se refería a lo nuestro? o mas bien dicho... ¿a mi? No seguramente no hablaba de mi, aunque la curiosidad me corroía por dentro. Terminé de curarlo, tenía los ojos cerrados. Su fragancia me envolvía cegando mis sentidos. Sus labios me llamaban, no lo pude resistir y le besé. Fue un beso común, de esos picos leves. Pero para mi significó mucho más que eso. El abrió los ojos de repente y se acercó a mi. Acercó sus labios a los míos pero los desvió hacia mi oído susurrándome unas dulces palabras en el oído.
  • No quiero volver a perderte. Vete a la cama, necesitas descansar.
Después de esto me abrazó, dejándome sin ninguna palabra, mi única reacción fue corresponderle al abrazo. Pasados unos segundos se alejó y se marchó de mi casa, vete a saber donde. Sus palabras resonaban en mi interior. Como un robot me dirigí hacia mi habitación a dormir. Mañana sería un día nuevo. 


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